Autor: Iker Conal
I. DEFINICIÓN Y APROXIMACIÓN CONCEPTUAL
Aún hoy, existe un encendido debate en los ámbitos de la academia y de la comunidad científica en relación con la definición de bioseguridad. Lejos de tratarse de una controversia estéril, reflejan la importancia de determinar lo que se considera una amenaza o riesgo en relación con un agente biológico. Koblentz sostiene la existencia de definiciones específicas dependiendo de la disciplina desde la que realicemos nuestro análisis. Así, una primera definición de las cuatro propuestas se basaría en la existencia de una amenaza para la salud y la diversidad biológica de los animales y las plantas que, en el peor de los casos,solo afectaría indirectamente a la salud humana. Una segunda definición surgió en respuesta a la amenaza del terrorismo biológico. La tercera está relacionada con el control de la investigación biológica de uso dual, entendida como investigación que tiene un propósito científico legítimo pero puede ser objeto de un uso malintencionado y, por lo tanto, representar una amenaza biológica para la salud pública y la seguridad nacional.
La cuarta definición propuesta por Koblentz fue desarrollada por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y, al reunir elementos de todas las anteriores, es la más completa de todas, definiendo la bioseguridad como: “La seguridad frente al uso equivocado, inapropiado o intencionadamente malicioso o perverso de agentes biológicos o biotecnologías potencialmente peligrosos, incluyendo el desarrollo, producción, almacenamiento o uso de armas biológicas, así como los brotes de enfermedades nuevamente emergentes y epidémicas”.
A pesar de lo anterior, numerosos investigadores han discutido sobre las dificultades existentes para ofrecer una definición de bioseguridad que sea inclusiva y, al mismo tiempo, tenga sentido suficiente para las distintas disciplinas que engloba.
Además, algunos autores sostienen que definir la bioseguridad desde la limitada perspectiva de la seguridad no permite apreciar adecuadamente la manera en que las amenazas y riesgos biológicos, despojados de su vertiente relativa a la seguridad, están también intrínsecamente conectados con temas como la salud global o la seguridad de la salud. En consecuencia, la bioseguridad podría entenderse como el punto de conexión entre aquellos que enfocan su actividad a la protección frente a la explotación criminal de la salud y aquellos que se dedican a otros aspectos de la seguridad de la salud pública (como, por ejemplo, aunque no de manera exclusiva, la seguridad en un escenario de pandemia). En cualquier caso, las actividades, políticas e investigaciones relacionadas con ambos están necesariamente conectadas.
II. ESTADO DE LA CUESTIÓN
2.1 Componentes de la bioseguridad
Los componentes básicos de la bioseguridad son los físicos (como las puertas, los vigilantes o las armas), los operativos (como los métodos de gestión o las políticas institucionales), la fiabilidad del personal (que está basada en un conocimiento firme de las potenciales amenazas para una institución y quienes la componen), la seguridad de la información (protegida a través de políticas orientadas a controlar el acceso a información sensible relacionada con planes de seguridad, códigos de control de acceso e inventarios) y, por último, las evaluaciones de riesgos, amenazas y vulnerabilidades.
2.2 Medidas de bioseguridad
La globalización ha traído consigo nuevas amenazas de organismos potencialmente peligrosos derivadas del comercio, los viajes y el transporte internacionales. A pesar de ello, muchas de las propuestas para prevenir el movimiento y el establecimiento de los mismos se han centrado en sectores específicos sin desarrollar un sistema de bioseguridad completo e integral. No obstante, pueden señalarse un mínimo de medidas comunes como son la prevención, la detección temprana y la alerta y respuesta rápidas, así como una serie de recomendaciones generales, orientadas todas ellas a garantizar la bioseguridad. A pesar de que no se trata de medidas exhaustivas, pueden servir como base para el desarrollo de una estrategia de bioseguridad completa.
La prevención se basa en el hecho de que cuando un organismo perjudicial se consolida resulta difícil erradicarlo tanto por motivos técnicos como económicos. A nivel global, algunas de las invasiones biológicas que han producido mayores daños a nivel tanto económico como medioambiental han sido intencionadas, y existe una tendencia al alza a llevar a cabo importaciones de nuevas especies invasoras a través de métodos orientados a transgredir las medidas de prevención. Además, la creciente internacionalización en relación con el comercio, los viajes y el transporte conllevan, en ocasiones, a la introducción no intencionada de determinados organismos. Por todo lo anterior, las recomendaciones para una adecuada prevención son: desarrollar sistemas de detección rigurosos para evaluar la introducción de organismos potencialmente peligrosos; modificar los sistemas de detección actuales y las demás medidas existentes para evaluar de manera efectiva el riesgo de que organismos potencialmente peligrosos consigan acceder a nuestras naciones; identificar las rutas por las que se mueven estos organismos, clasificarlos en base a su potencial para afectar a la economía, el medioambiente, la agricultura y la salud humana, y desarrollar mecanismos para minimizar el movimiento de organismos peligrosos y potencialmente lesivos; constituir un control de fronteras, una evaluación de riesgo e impacto y desarrollar la capacidad para establecer una cuarentena a través del aumento del número de personal y de sus habilidades, empleando tecnologías más efectivas y mejorando los métodos científicos.
La detección temprana se activa cuando un organismo extraño transgrede las medidas de prevención. En ese momento, el tiempo de respuesta resulta fundamental: cuanto más permanezca sin detectar el organismo, más costes supondrá su eliminación y menos opciones habrá para erradicarlo. Como todos los sistemas de prevención son susceptibles de fallar, y al ser el tiempo esencial, es recomendable realizar inversiones sustanciales en sistemas de detección temprana. Los sistemas efectivos de detección temprana consisten en programas de inventariado y monitorización dirigidos por peritos expertos, así como por una red internacional de expertos en taxonomía. Las recomendaciones para su implantación son: incrementar la capacidad para identificar organismos peligrosos y potencialmente lesivos empleando nuevas tecnologías de análisis molecular donde sea adecuado y establecer programas de inventariado y monitorización para detectar organismos sospechosos, dando una elevada prioridad a rutas particularmente peligrosas.
Cuando se detecta un organismo peligroso, los mecanismos de alerta y respuesta rápida deben estar preparados para que las autoridades pertinentes lo identifiquen y valoren las opciones existentes para erradicarlo, contenerlo o mantenerlo bajo control. Con objeto de implementar las medidas más efectivas posibles, quienes afronten la situación deben gozar de experiencia técnica, contar con información adecuada y tener acceso inmediato a la tecnología más avanzada y a los recursos económicos necesarios. Para ello, deben existir mecanismos de financiación de fácil acceso en este ámbito, deben establecerse o modificarse las políticas y regulaciones de manera que sirvan de base para una respuesta rápida y, por último, deben desarrollarse técnicas para la erradicación y control de organismos peligrosos.
Por último, las recomendaciones generales sirven para sustentar todo lo anterior. Por lo tanto, es importante contar con equipos multidisciplinares compuestos por personal bien entrenado, con el apoyo de políticas y marcos legales sólidos, con una correcta coordinación y cooperación entre los intervinientes, con apoyo público y con información fácilmente accesible y actualizada, así como con un sistema de investigación de vanguardia que permita garantizar la bioseguridad a través del conocimiento.
2.3 Protocolos de respuesta
Los protocolos de respuesta se basan en la creación y aplicación de programas de entrenamiento que permitan a los individuos tener los conocimientos y las habilidades necesarios para estar preparados y responder con rapidez ante una emergencia que afecte a la bioseguridad. Para conseguir este propósito, resulta fundamental reconocerel riesgo potencial, evitar contaminarse, aislar la zona y llevar a cabo las notificaciones necesarias. El acrónimo REAN (traducción directa del original inglés RAIN, compuesto por las palabras recognition, avoidance, isolation, notification) facilita el recuerdo de los elementos fundamentales que componen esta clase de protocolos: reconocimiento, evitación, aislamiento y notificación. Su objetivo es recopilar y procesar información de manera rápida para después sintetizarla y facilitar las acciones que protejan la vida humana ante un incidente que comprometa la bioseguridad.
Cada uno de los elementos mencionados cumple una función. El reconocimiento del riesgo o la amenaza conlleva el deber de preguntarse si lo que se ve, se oye o, incluso, lo que se huele puede indicar una amenaza biológica en un momento concreto. Así, quien detecte en primer lugar una anomalía debe estar preparado para interpretarla y procesarla mentalmente, reconociéndola como tal. La evitación del riesgo, la contaminación o las heridas supone saber de qué debe mantenerse alejada una persona. Se trata de saber evitar sustancias potencialmente perjudiciales. Para ello, existe el concepto de TDP (del original inglés TDS, time, distance, shielding), que se basa en el tiempo, la distancia y la protección, e introduce el deber de evitar exponerse durante demasiado tiempo a la amenaza, de establecer una distancia entre las personas y la misma y de utilizar un equipo de protección o barreras adecuadas. Este concepto se utiliza habitualmente para los peligros radiológicos, pero también sirve para el material biológico, siempre que se conozcasu origen. El aislamiento de la zona peligrosa tiene por objetoevitar o reducirla exposición a la contaminación o la amenaza ayudando a quienes se encuentran en la misma a abandonarla e impidiendo, a su vez, que quienes están fuera penetren en ella. Por último, mediante la notificación se pone lo sucedido en conocimiento de las autoridades pertinentes dando tanta información como sea posible.
III. PERSPECTIVA JURÍDICA
Históricamente, la legislación internacional sobre bioseguridad ha estado muy orientada a prevenir el uso de armas biológicas en contextos bélicos. En 1928 entró en vigor el Protocolo sobre la prohibición del empleo en la guerra de gases asfixiantes, tóxicos o similares y de medios bacteriológicos, más conocido como Protocolo de Ginebra, que prohibía el uso de armas químicas y biológicas. No obstante, no hacía referencia a su producción, almacenamiento o transporte, aspectos que cubrirían posteriores tratados.
En 1975, entró en vigor la Convención sobre la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxínicas y sobre su destrucción, o Convención de armas biológicas y toxínicas. Prohibía el desarrollo, la producción, el almacenamiento, la adquisición y la conservación de microbianos u otros agentes biológicos o toxinas sin importar cual fuese su origen o método de producción, salvo en los casos y tipos en que estas acciones fuesen justificables para la profilaxis, la protección u otros fines pacíficos. Del mismo modo, esta prohibición se extendía a las armas, equipos o vectores diseñados para utilizar dichos agentes o toxinas con fines hostiles o en conflictos armados.
Estas iniciativas, acordadas por Estados soberanos e indudablemente positivas para garantizar la paz a nivel internacional,contrastan con la progresiva tendencia actual a la cesión de competencias casi forzosa por parte de estosy a la creación de organismos internacionales opacos cuyas actividades y decisiones son difíciles de controlar y cuyo compromiso con la paz y la salud a nivel internacional es, en muchos casos, dudosa. En nuestra firme voluntad de garantizar la bioseguridad y proteger la vida humana y la seguridad de nuestras naciones, debemos ser cuidadosos y velar por que nuestros derechos históricamente adquiridos, nuestra soberanía y nuestra libertad no se vean comprometidos.Para ello, basta con desarrollar, aplicar y perfeccionar progresivamente en base a la experiencia los protocolos establecidos tanto de prevención como de respuesta, persiguiendo mediante el Derecho penal a quienes pretendan utilizar organismos biológicos para menoscabar la salud o la vida de sus semejantes.
Bibliografía:
IV. BIBLIOGRAFÍA
BURNETTE, Ryan N. / HESS, Jenna E. / KOZLOVAC Joseph P. / RICHMOND Jonathan Y., “Defining Biosecurity and Related Concepts”, en BURNETTE, Ryan N., Biosecurity. Understanding, Assessing, and Preventing the Threat, John Wiley & Sons, Hoboken, 2013, pp. 3-16; MEYERSON, Laura A. / REASER, Jamie K., “Biosecurity: Moving toward a Comprehensive Approach”, BioScience, núm. 52, 2002, pp. 593-600; RYAN, Jeffrey R. / GLARUM, Jan. F., Biosecurity and Bioterrorism. Containing and Preventing Biological Threats, Butterworth-Heinemann, Oxford, 2008; ROMEO CASABONA, Carlos M., Bioterrorismo y Bioseguridad, Cátedra Interuniversitaria de Derecho y Genoma Humano, Bilbao, 2015; WALSH, Patrick F., Intelligence, Biosecurity and Bioterrorism, Palgrave Macmillan, London, 2018.
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