ENCICLOPEDIA de BIODERECHO y BIOÉTICA

Carlos María Romeo Casabona (Director)

Cátedra de Derecho y Genoma Humano

biopolítica (Jurídico)

Autor: MIGUEL ÁNGEL GARCÍA HERRERA

En el primer tercio del siglo XVII Bacon enunciaba ciertos objetivos susceptibles de ser alcanzados en su particular utopía. En la Nueva Atlántida se podría conseguir resultados como prolongar la vida, producir nuevos alimentos, alterar el curso ordinario de la vida por medio de la curación de enfermedades, retraso de la vejez y duración de la vida, disminuir el dolor, modificar la estatura y rasgos físicos, cambiar el temperamento. Cabe preguntarse si en el siglo XXI es factible conseguir lo que en el pasado se concibió como sueño de la razón.
Hay que referirse, por tanto, a las condiciones creadas por la innovación tecnológica como introducción inevitable a una sucinta reflexión sobre la Biopolítica.
Dos ámbitos quedan transformados por la eficacia de las nuevas tecnologías. En primer lugar, la capacidad de incidir en el propio cuerpo. En las nuevas condiciones el cuerpo como soporte inmodificable del ser concebido como unidad y protegida su integridad queda sometido a un proceso de construcción. Se transforma en objeto disponible por el sujeto y el poder. En el primer aspecto se persigue una mejora de las capacidades físicas por medio de la adición de elementos técnicos que recomponen el componente físico. Esta posibilidad se acentúa con los avances de la nanotecnología que multiplican las capacidades de conservación. Entramos en una fase en la que se diluye la diferencia entre el cuerpo natural y el cuerpo producido. Desde la segunda perspectiva se incrementan las posibilidades de control del cuerpo humano. La identidad física se descompone en datos biométricos que se convierten en objeto de vigilancia. Ya no solo se controla la voz y los gestos sino que se reconstruye la actividad cerebral. Complementariamente se aplican nuevos instrumentos de control por medio de tarjetas y biochips que hacen transparentes nuestra conducta. La pretensión de tutela de la persona y de su intimidad resulta inane ante el potencial supervisor de los poderes políticos y económicos en las esferas de relación de la Administración con el ciudadano y del empresario con el trabajador. Frente a esta capacidad agresora los derechos constitucionales son presuntamente preservados con estrategias defensivas en las que se apela al consentimiento, la proporción, la necesidad, mientras se agigantan los efectos de la videovigilancia y de la nanotecnología.
En segundo lugar, hay que referirse a la intervención en la transformación del cuerpo. El ser humano es el resultado de una síntesis de evolución y continuidad que ha consolidado una identidad como especie. Combina un elemento estático que ciframos en el reconocimiento de la dignidad para valorar la existencia y en un elemento dinámico que se traduce en la propia identidad. Es, pues, una permanente reproducción de la tensión entre esencia y existencia la que revela la ambivalencia de la vida humana.
Al prescindir la modernidad de la trascendencia, el hecho fáctico de la vida queda como dimensión exclusiva. Se sientan así los fundamentos para convertir en objeto de conocimiento el acceso y control al patrimonio genético. Al admitir el carácter central de la vida se facilitó convertirla en centro de atención de la acción política y de la reflexión científica.
Esta posibilidad se materializó en cuanto el nivel de conocimientos lo posibilitó. Como es sabido, se intervino en el período de entreguerras para eliminar aquello que se juzgó nocivo étnicamente. Fue un juego perverso de promoción de lo que se consideraba digno de sobrevivir y de erradicación de lo biológicamente inaceptable. En una dialéctica amigo-enemigo se impuso la eliminación de lo negativo y la pretensión de compartimentalizar y evitar el contagio.
El desarrollo científico y técnico ha aumentado las posibilidades entrevistas por la política de la pureza étnica. Estamos ahora en un nuevo estadio que combina el avance liberador y el riesgo totalitario al desplazar la frontera de lo posible y adentrarse en el terreno ignoto del misterio de la vida. Dos factores colaboran poderosamente a la creación de las nuevas condiciones. La globalización crea, también en este ámbito, unas condiciones de difusión del conocimiento que facilita la generalización de prácticas. Por otra parte, la relación política-ciencia reaviva la imagen de un Leviatán capaz de asediar el núcleo hasta ahora intangible de la vida natural. La antigua construcción de la autonomía del Estado y su separación de la sociedad es sustituida por una nueva relación. A la definición del Político de la reproducción socioeconómica se añade la posible gestión de las estructuras de la vida. El nuevo escenario se puebla de posibilidades preocupantes: la garantía de la existencia física por medio de las medidas asistenciales, la colonización del pensamiento y deseos de las masas favorecida por las técnicas de control psicológico y el acceso al patrimonio genético que ha soportado la obra humana de civilización y la construcción del vínculo social y nuestra autocomprensión. Se puede diluir la constante que nos identificó y convertirla en un dato transformable históricamente.
Correspondió a Foucault iniciar la vía de la reflexión Biopolítica. En acertada síntesis enunció el tránsito de la anatomo-politique a la bio-politique que enmarcó la evolución del poder del Estado desde el poder-disciplina, centrado en la práctica de actividades sobre la anatomía del cuerpo, al poder-regulación, focalizado en la mecánica de la vida (nacimiento, salud, longevidad). De esta forma los fenómenos de la vida humana quedan integrados en las esferas del conocimiento del poder. Ya no es suficiente la técnica de sujeción de la población y se requiere su transformación en máquinas de producción de riqueza.
Agambe asume la reflexión de Foucault sobre la conversión del individuo en objeto de estrategias políticas. Sin embargo, el centro de atención se concentra en torno al tratamiento de la nuda vida que se traduce en la inclusión-exclusión, lo que permite una aproximación entre las democracias y los totalitarismos porque en ambos casos se persigue el control de la vida. La Biopolítica consiste en la integración de la vida natural en los mecanismos y cálculos de poder. Para su realización el poder soberano incide en el reino de la vida con el triple instrumento de la ciencia, la Medicina y el Derecho. El soberano decide sobre el valor de la vida y la política y la Medicina logran una integración inédita. Que la fusión máxima se haya alcanzado en el régimen nacional-socialista no necesita demostración. El Estado asume la garantía del desarrollo biológico de la nación y la conservación del pueblo y logra expresar la especificidad de la Biopolítica moderna, el carácter político inmediato de lo biológico.
También Negri y Hardt se inspiran en Foucault y utilizan y modifican la distinción entre sociedad disciplinaria y sociedad de control. Pero intentan desbordar la prioridad reconocida a la tarea de reproducción para concentrarse en los mecanismos de control que promueven las conductas funcionales al modelo de poder. Los citados autores trasladan el esquema de Foucault a la organización de cerebros y cuerpos sometida a técnicas de control que abarcan desde la disciplina y reproducción a los métodos de comunicación y reproducción. El resultado será la comunión de ideales y valores funcionales que consiguen la asunción individual de la ideología dominante y logran articular y dotar de sentido a la vida social de acuerdo con la referencia totalizadora ofrecida por la red de poder de la sociedad globalizada.
Los cambios producidos hacen insuficientes las propuestas esbozadas. A la referencia productiva y a la función de integración hay que añadir la perspectiva inmediatamente biológica que aúna simultáneamente la dimensión del individuo y de la especie, la preocupación por los sujetos concretos y la posibilidad de referirse a la humanidad en su totalidad. Ya es posible afectar a la producción, alargamiento e interrupción de la vida, así como a las mismas cualidades del patrimonio genético que nos diferencia como seres humanos. Ya es viable la política de la vida, caben intervenciones selectivas que primen líneas de investigación, decisiones políticas que impulsen o restrinjan actividades. Ello significa que estamos ante la enésima reproducción de la dialéctica poder-individuo, controllibertad, mercado-necesidades sociales. En el nuevo escenario emergen las tensiones inevitables sobre la dirección de la reproducción social, la apropiación privada del conocimiento o su generalización, la propiedad intelectual y su rentabilidad, sobre la perpetuación o modificación de nuestra especie.
Admitida la existencia del poder sobre la vida es preciso alcanzar su compatibilidad con los valores y derechos constitucionales. En caso contrario, corremos el riesgo de quedar a merced de un poder político que decide presionado por las exigencias de la lógica del mercado.
La regulación jurídica de la Biopolítica plantea complejos problemas. Su positivización debe realizarse en un contexto que trastoca contenidos capitales de nuestro patrimonio jurídico: la concepción de los bienes jurídicos, la fragmentación del sujeto, el significado de la mediación política, la desocialización de los derechos y el fundamento axiológico.
Se ha escrito con profusión sobre la dificultad de regular la Biopolítica. Los incesantes descubrimientos científicos cambian las condiciones de decisión, la complejidad de los valores implicados, el escaso consenso sobre los términos del problema invitan a una restricción normativa. En estas condiciones se opta por la exaltación de las técnicas procedimentales. La dificultad de definir y compartir se suple con la sacralización de los procedimientos entendidos como escenarios privilegiados de encuentro y reconocimiento basados en la aceptación de la dignidad igual. La aceptación del diálogo como sistema de comunicación deriva de la consideración moral del debate al reconocer que los resultados de la decisión son éticos.
Otra propuesta duda de la posibilidad de fundamentar la práctica científica y trata de convertir a la Bioética en una materia autorreferencial. Su idea fuerza se asienta en la consideración de la decisión individual como gestora de la esfera privada. Otra fórmula consiste en apelar a la dignidad de la persona, ofertar la solución de una soft law de principios y reenvío a los comités decisorios. Pero esta referencia silencia la base material para alcanzar la ponderación entre derechos e intereses encontrados y resolver la implicación del mercado y el ejercicio del poder sobre la vida.
Frente a estas propuestas hay que reivindicar la decisión del legislador democrático. En esta materia el recurso a los procedimientos, la apelación abstracta a principios, la habilitación de expertos, abre la vía a la relación política-economía resuelta en clave de Constitución material sin control ciudadano. Se trata de reaccionar frente a la minisvaloración de la ley parlamentaria sustituida por declaraciones de derechos y por la tarea jurisprudencial.
En nuestra cultura jurídica está consolidada la premisa fundamental de los pueblos deciden sobre sus derechos y deberes incluso en los momentos de ruptura. Hay que rechazar los intentos de las normativas en blanco, la exaltación de la jurisprudencia basada en parámetros abiertos de juicio, la utilización de comités técnicos basados en conceptos abstractos: son fórmulas de suplantación de la voluntad democrática.
La dificultad de elaboración de la normativa Biopolítica no es excusa para la omisión o la insuficiencia. Después de siglos de adaptación a los entornos hostiles, hemos alcanzado la posibilidad de imponer nuestra opción evolutiva frente al principio de selección natural. Resulta esencial decidir si este proceso de evolución será regido por la voluntad democrática o determinado por intereses económicos.

Véase: Biopiratería, Biotecnología, Clonación reproductiva, Clonación no reproductiva, Desarrollo sostenible, OMG, Transgénesis.

Bibliografía: AGAMBE, G. Homo Sacer. El poder soberanao y la nuda vida, Valencia 2003; AMATO, P. (a cura di), La biopolitica. Il potere sulla vita e la Costituzione della soggettività, Milán, 2004; ESCAJEDO, L. Por un avance saludable y sostenible de la Biotecnología, SIBI, Gijón, 2007; ESPOSITO, R. Bios. Biopolítica y filosofía, Madrid, 2006; FOUCAUL, M.: Dits et écrits, París 1994; HARDT, M. Y. NEGRI, A., Empire, Londres, 2000; ROMEO CASABONA, CM. (ed.), Biotecnología, desarrollo y justicia, Bilbao-Granada, 2008; SILVEIRA, H. (ed.) El derecho ante la biotecnología, Madrid, 2008.


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